Adolf Anderssen
Adolf Anderssen

Adolf Anderssen nació el 6 de julio de 1818 en Breslau, una de las ciudades alemanas con un ambiente intelectual y económico más estimulantes que podría desear un ajedrecista a principios del siglo XIX. El joven Adolf aprendió a jugar al ajedrez de la mano de su padre a la edad de nueve años, y desde entonces este juego se convirtió en su principal interés. Desde el punto de vista personal, Anderssen fue descrito por sus coetáneos como un hombre alto, corpulento, de potente voz, siempre sonriente y de trato amable.

En esa época, todavía no se habían celebrado los grandes torneos de finales del siglo XIX, y la actividad ajedrecística en cualquier lugar del mundo se caracterizaba por un relativo aislamiento. Cuando Anderssen empezó a trabajar sobre el ajedrez todavía no había casi torneos, no relojes de ajedrez, apenas alguna revista especializada, faltando, incluso, reglas bien establecidas que tuvieran en cuenta todas las posibles incidencias durante una partida. Sin embargo, cuando nuestro héroe murió en 1878, el ajedrez ya había iniciado un camino sin retorno hacia el lugar que ocupa en la sociedad actual.

Durante su periodo de formación ajedrecística, en su juventud, Anderssen tenía frecuentes contactos con algunos de los más célebres ajedrecistas alemanes de la época (Bledow, von der Lasa, Mayet, Loewenthal, entre otros).

Anderssen se dio a conocer al mundo del ajedrez, en primer lugar, como compositor de problemas. En 1842 se publicó una colección de sus problemas, aunque apenas era conocido como jugador por aquel entonces. Era el periodo de tiempo inmediatamente anterior a los grandes torneos internacionales, y no era fácil ganarse una reputación. Anderssen alcanzó la fama al desafíar y derrotar a todo aquel a quien tuviera a su alcance. En 1846, cuando se publicaron en Alemania las primeras revistas de ajedrez, Anderssen colaboraba con las tareas de edición del Del Deutsche Schachzeitung y uno de los maestros más reconocidos de su país. En torno a 1851, Anderssen estaba considerado como el mejor de Alemania. Desde los días de Philidor, los ajedrecistas franceses e ingleses dominaron el mundo del ajedrez. Después llegó el torneo interncacional de Londres de 1851, considerado como el bautismo del ajedrez moderno. En esa fecha se celebró en Londres un torneo internacional de ajedrez junto con la exposición internacional que se celebró en la capital británica. Anderssen ganó el primer premio haciendo gala de un estilo espléndido, y fue universalmente reconocido como el mejor maestro de ajedrez del mundo. Aunque el título de Campeón del Mundo aún no se había instituído, se puede considerar a Anderssen como el primer campeón mundial de la era moderna.

A pesar de su enorme talento y de la gran admiración que despertaba en su época, Anderssen pasaba por ser un hombre modesto, que vivió soltero toda su vida completamente entregado al ajedrez y a las clases de alemán y matemáticas que impartía en un instituto de educación secundaria de Breslau.

Respecto a su carácter es ilustrativa la anécdota que relata Zoilo Caputto en su maravilloso libro El arte del estudio de ajedrez: “cuando regresó victorioso del primer torneo internacional de Londres, sus alumnos le habían preparado un jubiloso recibimiento con el obsequio de una estatua que representaba la Victoria.

Al entrar en el aula, tras larga ausencia, se hizo un profundo silencio; pero no bien reparó en la estatua emplazada sobre su escritorio, el ceñudo profesor tronó con su habitual aspereza:

–¿ Qué hace ahí esa mujercilla?

Los alumnos se quedaron atónitos, y passaron algunos segundos antes que el primero de la clase se atreviera a balbucear las felicitaciones de todos”.

Desde esa fecha emblemática de 1851 hasta su muerte el 13 de marzo de 1878, Anderssen jugaba al ajedrez siempre que tenía ocasión. Aunque fue derrotado por sus dos grandes rivales, Morphy (en 1858) y Steinitz (en 1866), hasta el final de sus días Anderssen se mantuvo entre los dos o tres mejores jugadores del mundo.

Es curiosa la forma en que tuvo su encuentro con Morphy en la primera visita a Europa del genial jugador norteamericano. Morphy tenía planeado viajar a Breslau para enfrentarse allí con Anderssen, pero tenía un fuerte resfriado que le obligó a permanecer más tiempo del previsto en el hotel Breteuil de París. Lo meritorio para Anderssen fue que él mismo fue quien se presentó en la capital francesa para jugar contra Morphy (aunque fue este quien costeó el viaje del alemán con el permio que había ganado al vencer a Harrwitz en el café de la Règence). Ambos jugadores acordaron casi de inmediato las condiciones de su enfrentamiento, de forma que jugaron las once partidas en la habitación del hotel en el que estaba hospedado Morphy con su resfriado. El encuentro tuvo lugar la semana de Navidad de 1858, Anderssen fue claramente derrotado, y no tuvo incoveniente alguno en reconocer la superioridad del joven Morphy, sin entrar en las típicas excusas características de los jugadores mediocres.

Con respecto a su relación con Steinitz, también Zoilo R. Caputto cuenta en su precioso libro El arte del estudio en ajedrez la siguiente anécdota: “Entre los grandes campeones de ajedrez del pasado muy pocos tenían afición a escribir cartas, y Anderssen y Steinitz, al parecer, se contaban entre los menos dispuestos.

Cuando los dos se encontraron en el Torneo de Londres en 1862 pronto se hicieron muy amigos, y al margen del torneo jugaron entre sí con frecuencia. A la hora de la despedida el diminuto Steinitz estrechó la mano del inmenso Anderssen, y sabiendo de su también escasa disposición para escribir cartas le dijo:

— Profesor, cuando yo le escriba no ha de contestarme usted.

— Yo nunca contesto— le replicó Anderssen.

— Y yo nunca escribo...— concluyó Steinitz.”