Nimzovich
Aaron Nimzovich

Aaron Nimzovich nació el día 6 de Noviembre de 1886 en Riga, la capital de la república báltica de Letonia, que formó parte de la desaparecida Unión Soviética. Su padre era un comerciante de cultura muy considerable, amante de las artes, de la poesía y del ajedrez. Fue él quien enseñó al joven Aaron Nimzovich a jugar ajedrez a la tierna edad de 8 años.

Nimzovich creció en una atmósfera impregnada de ajedrez, ya que los habitantes de Riga eran conocidos por su amor al juego y su entusiasta hospitalidad hacia cualquier maestro de ajedrez que estuviera de paso por la ciudad. Con el tiempo, los jugadores de Riga se crearon una merecida reputación en el mundo del ajedrez por sus composiciones de finales artísticos de ajedrez y su impresionante progreso en el juego de correspondencia.

Aaron tenía 17 años cuando por primera vez comenzó a tomar interés seriamente en el juego. Al principio, su estilo era puramente de combinación, algo muy natural en cualquier adolescente. Pero en cualquier competición, la tendencia a las combinaciones era muy lógica en ese momento histórico. Las teorías de Steinitz eran aún extrañas para la mayoría de los jugadores y aún predominaba el juego brillante de sacrificio de Morphy, Anderssen y sus imitadores más o menos dotados. Lo que Nimzovich tuviese que aprender sobre ajedrez, tendría que hacerlo por sí mismo. Por aquel entonces (recordemos, en torno a 1900) los libros de ajedrez eran escasos.

Su carrera ajedrecística dio un notable giro cuando su padre lo envió para completar sus estudios universitarios a Alemania. Allí tuvo contacto con un gran número de jugadores y la oportunidad de participar en torneos de nivel magistral. En 1904, en Coburg, participó en el Torneo "A" y en el Torneo "B" de Barmen en 1905. En estos eventos Nimzovich tuvo su primera oportunidad de observar a algunos de los inmortales en acción: Schlechter, Maroczy, Chigorin, Marshall y Janowski, entre otras leyendas de nuestro juego. En los torneos que participó, Aaron cruzó su espada con otros jóvenes que tiempo después se volvieron famosos: Spielmann, Vidmar, Duras, Bernstein, Tartakover, Rubinstein y muchos otros más.

La presentación de Nimzovich en estos dos torneos iniciales no fué muy impresionante; su actuación en Coburg fue satisfactoria, pero el Torneo de Barmen todo un fracaso. Sus enormes dotes para el juego eran evidentes, pero él era demasiado sensible, muy inexperto, muy impetuoso y, según algunos decían, demasiado temperamental. Esos tropiezos iniciales tuvieron un efecto de catártico en Nimzovich y en esa época en la que desarrolló su sistema o sus principios de juego. Sin embargo, sería incorrecto suponer que su sistema emergiera en su totalidad en el primer intento. Es razonable asumir que Nimzovich se dio cuenta de que la carencia de orientación posicional era su más grande defecto y que concentró su trabajo en su debilidad con toda la determinación, toda la energía y toda la originalidad de la cual tiempo más tarde lo volvió famoso.

Por el año de 1906, a la edad de 20 años, Nimzovich se había convertido definitivamente en un Maestro de primera clase. Ese año, al jugar en un pequeño Torneo en Munich, fue el primero, muy por encima de fuertes jugadores tales como Spielmann y Erich Cohn. Pero fue en el año 1907 que su genio se nos fue mostrando de una manera realmente impresionante. En Ostend, en un Torneo con 29 jugadores, empató por el tercero y cuarto lugar con Mieses y a sólo medio punto detrás de los ganadores Rubinstein y Bernstein, dos jugadores consagrados. Ese mismo año, jugando en un evento aún más fuerte en Carlsbad, empató por el cuarto y quinto lugar con Schlechter.

En el torneo de Hamburgo de 1910 Nimzovich comenzó brillantemente, pero pierde ante Schlechter y Duras lo desplaza hacia el tercer puesto. En siguiente año en San Sebastian (en el mismo Torneo en el que Capablanca hizo su sensacional debut), Nimzovich empató por el quinto, sexto y séptimo con los veteranos Schlechter y Tarrasch. En el Gran Torneo de Carlsbad de ese mismo año, empató por el quinto y sexto lugar con Marshall. El año siguiente, en San Sebastian, empató con Spielmann en el segundo lugar a solo un punto detrás de Rubinstein. El resultado del torneo se decidió en una lucha de última ronda entre Rubinstein y Nimzovich. Ambos jugadores estaban tan nerviosos que primero Nimzovich y después Rubinstein, omitieron sendos mates en dos jugadas.

El año 1913 fue importante en la carrera de Nimzovich debido a que publicó varios artículos de su "sistema" en los que desató un fuerte ataque contra los principios clásicos del juego que tan ardorosamente defendía Tarrasch en su Moderne Schachpartie. Nimzovich enfatizaba que la lucha por el centro podía tener lugar también de forma indirecta, sin su ocupación con peones, como defendía la ortodoxia de la escuela de Steinitz y Tarrasch. Propugnaba, por el contrario, que se controlase el centro con piezas a la vez que se dejaba la posesión del mismo al adversario. Estas ideas se plasmaron en distintas líneas de apertura inventadas por nuestro héroe como la Defensa Nimzoindia, o la Defensa Grünfeld (inventada por un maestro que llegó a simpatizar con sus ideas). Nimzovich también fue revolucionario en su época al percibir el poder de la profilaxis en el juego posicional: jugadas aparentemente anodinas pero que contribuían a restringir de manera notable las casillas para las piezas de sus adversarios. Fue un maestro inigualable en el juego en posiciones cerradas (con muchos peones bloqueados en el centro).

Pero los puntos de vista de Nimzovich al principio causaron poca impresión; algunos maestros se mofaban de él afirmando que había inventado un sistema con el fin de ocultar su ignorancia el la teoría del ajedrez. La apatía general era notable hasta que aparecieron en la escena ajedrecística jugadores jóvenes como Alekhine, Reti, Grünfeld y Tartakower que recogieron muchas de las ideas de Nimzovich y las aplicaron con notable éxito muchas de sus ideas al juego de torneo.

El rotundo fracaso de Nimzovich en el gran torneo de San Petersburgo en 1914 fue un duro varapalo para nuestro héroe. La llegada de la Primera Guerra Mundial puso un alto a las actividades ajedrecísticas de Nimzovich hasta el año 1920. A partir de ahí, trasladó su residencia a Copenhage donde fue recibido con una calurosa hospitalidad. En los años siguientes, Nimzovich jugó mucho en los países escandinavos.

Durante el periodo de 1920 - 1924, Nimzovich se reencontró con su mejor juego y en 1925 comenzó una serie de impresionantes actuaciones en torneos que por fin dieron a los principios de su "sistema" una oportunidad. Publicado a finales de los años 20 en alemán y más tarde traducido al Inglés, su libro Mi sistema ha tenido una enorme popularidad e influencia profunda en cualquier lugar que se ha presentado. En el Gran Torneo de Baden-Baden de 1925, Nimzovich volvió al juego Internacional y sus logros se limitaron a jugar varios juegos importantes.

 

Sin excepción, cada Gran Maestro que logró sobresalir de 1925 en adelante, mostraba trazas definitivas de la influencia de Aron Nimzovich. Sus teorías, sus innovaciones, su énfasis en la pelea del Ajedrez, todo se combinaba para crear nuevas posibilidades para el juego. Sus novedosas líneas de juego en la defensa Nimzoindia, Defensa francesa (variante del avance), Defensa Siciliana, Defensa Caro-Kann, Defensa Nimzovich, y otras aperturas, habían enriquecido el juego magistral de fines de los años 20 a un nivel que es casi increíble.

La muerte de Nimzovich, como su vida, estuvo llena de trágica ironía. Aron Nimzovich murió el día 16 de Marzo de 1935 a la edad de 48 años. Su muerte ocurrió durante el Gran Torneo de Moscú en una época en que al fin era reconocido por la gran persona que el fue. La muerte lo arrebató del reconocimiento que apenas estaba empezando a saborear, la admiración universal y popularidad que le hubiera compensado por los muchos años de soledad. Afortunadamente para nosotros, dejó un legado duradero que brindará tanto disfrute a futuras generaciones como sufrimiento tuvo él que sobrellevar. Por su originalidad y sus contribuciones a la teoría del juego, fue un ejemplo de la importancia que tiene el pensar por uno mismo en cualquier actividad humana